jueves, 14 de agosto de 2014

Tecnópolis

Tecnópolis.jpgTecnópolis es una megamuestra de ciencia, tecnología, industria y arte, con sede en Argentina, y la más grande de América Latina. Se encuentra emplazada en el Parque del Bicentenario, en el barrio de Villa Martelli, municipio de Vicente López, en el norte del Gran Buenos Aires, sobre la provincia de Buenos Aires, justo en el límite con la ciudad de Buenos Aires.

Fue inaugurada el 14 de julio de 2011, por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner
Inicialmente, Tecnópolis estaba planeada para realizarse en la ciudad de Buenos Aires, luego de los festejos del Bicentenario de Argentina. La megamuestra fue planeada para ser el final de las celebraciones del Bicentenario que organizó el gobierno nacional durante 2010, e inaugurarse el 19 de noviembre de 2011 en la ciudad de Buenos Aires por el Día de la Soberanía, aniversario de la batalla de la Vuelta de Obligado, en la zona de parques de la avenida Figueroa Alcorta.

Sin embargo, en octubre de 2010, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, negó la habilitación en dichos predios ya que «colapsaría el sistema de transporte de la ciudad».
El gobierno nacional decidió reubicar la megamuestra en un predio de cincuenta hectáreas en la provincia de Buenos Aires, localizado en Villa Martelli, Vicente López, predio ubicado junto a la colectora de la Avenida General Paz.Este predio, parte de la antigua chacra Saavedra, había sido concedido al Batallón 601 de ejército, Logístico 10, en 1930. Este lugar fue uno de los focos de un alzamiento «carapintada» durante la presidencia de Raúl Alfonsín. El lugar fue totalmente reconvertido por la Unidad Bicentenario y actualmente la mayor parte de sus terrenos corresponde al Parque del Bicentenario, sede de la muestra Tecnópolis.

Durante la inauguración del nuevo canal TEC-Tecnópolis TV, el 18 de abril de 2012, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció que la muestra Tecnópolis volvería a abrir en julio de 2012, y adelantó el inminente lanzamiento de un canal deportivo integrado al sistema público de medios de televisión digital abierta, que transmitiría los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

La exhibición 2011 contó con más de 100 stands organizados en cinco continentes: Agua, Tierra, Aire, Fuego e Imaginación. Estos llevaron a los visitantes hacia diferentes vertientes y prácticas del pasado, presente y futuro científico argentino. Para hacer más educativo este repaso histórico, se instaló una línea de tiempo expresada en carteles con hitos de las conquistas locales en el mundo de la ciencia.
Al ingresar al predio se encontraba el mismo estandarte utilizado por el grupo FuerzaBruta durante los festejos del Bicentenario de Argentina. Este grupo también utilizó un domo donde se presentó el show «Paredes de Fuego». Además de la participación de este grupo, se realizaron shows musicales en vivo en el predio, incluyendo a los grupo Urraca, Pablo Montiel, Los Tipitos, La Mancha de Rolando, Bersuit Vergarabat, Dante Spinetta, entre otros.
La exhibición incluyó charlas y disertaciones científicas dirigidas al público en general, algunos de los científicos que participaron son Vicente Barros, Nora Sabelli, Gonzalo Zabala, Alberto Saal, Sebastián Kadener, Roberto Etchenique, Lino Barañao, Ariel Arbiser, entre otros.

Además, en el predio se instaló un kilómetro y medio de vías, que permitieron circular a un tren destinado a recorrer la feria de un extremo a otro, con cuatro estaciones en diferentes puntos de la muestra. Dicho tren es de íntegra construcción en el país, con tecnología de punta, realizado por la ADIFSE. Cuenta con la misma carrocería de un colectivo, es ultraliviano, requiere vías especiales, cuenta con caja automática y motor diésel. Actualmente, dicho modelo se utiliza en varias localidades del país como servicio regular.
Los pabellones Núcleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), Simulador Nuclear, CNEA, Hielos Continentales y Messe Frankfurt fueron diseñados por el estudio de arquitectura Blaustein-Tallon, y en la construcción del complejo participaron cerca de 300 contratistas, entre los cuales se destacó Electroingeniería.


domingo, 10 de agosto de 2014

La Catedral Metropolitana

La Catedral Metropolitana neoclásica de Buenos Aires es el principal templo católico de Argentina. Se encuentra ubicada en la intersección de la calle San Martín y la avenida Rivadavia, del barrio porteño de San Nicolás, en frente a la Plaza de Mayo.

Su historia...

Cuando Juan de Garay vino desde Asunción a fundar la ciudad de la Trinidad, acto que tuvo lugar el 11 de junio de 1580, destinó para la iglesia mayor o catedral el mismo cuarto de manzana que ocupa hoy en día. En el acta de fundación se lee: "hago y fundo en el asiento una ciudad la cual pueblo con los soldados y gente que al presente he traído para ello, la iglesia de la cual pongo por advocación de la Santísima Trinidad, la cual sea y ha de ser iglesia mayor parroquial". En lo que atañe a la jurisdicción eclesiástica, la nueva ciudad dependía de la diócesis del Río de la Plata, creada por Paulo III el 1º de julio de 1547 con sede Asunción.
La iglesia parroquial era una modesta construcción con tapias de adobe y madera, que en 1605 el gobernador Hernandarias mandó demoler por muy vieja e indecente. Ignoramos qué proporciones tendría la que se levantó en su lugar con madera traída expresamente del Paraguay. Años más tarde, en 1616, su techumbre amenazaba desplomarse y la parroquia tuvo que pasar a la iglesia de San Francisco.Y mientras se hacían proyectos para reformarla, solicitando para ello la contribución pecuniaria de los fieles, la iglesia acabó de derrumbarse porque estaba mal edificada y con madera podrida de sauce. Ni el Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad perdieron el ánimo y enseguida fletaron una embarcación al Paraguay para adquirir y traer la madera necesaria para la reedificación del templo. Las obras se iniciaron en enero de 1618. Según el presupuesto de Pascual Ramírez que las llevaría a cabo, su costo sería de 1.100 pesos. Sobre la recaudación del dinero carecemos de información exacta, pero sí sabemos que a finales de aquel mismo año la obra del templo estaba concluida. Pero se ofrecía una dificultad: éste resultaba más pequeño que el anterior, tanto que en 1621 ya se hablaba de construir otro destinado a catedral.

Entre tanto, en Madrid y en Roma se llevaban a cabo los trámites para la creación de la diócesis de Buenos Aires. La bula de erección canónica por Su Santidad Paulo V está fechada el 30 de marzo de 1620 y su ejecución tuvo lugar el 19 de enero de 1621 por su primer obispo el carmelita Fray Pedro de Carranza, lo cual quiere decir que en esa fecha tomó posesión de la diócesis. El obispo señaló como catedral la única iglesia de clérigos que había en la ciudad. Y en su carta de 4 de mayo de ese mismo año escribía al rey: "está tan indecente (la catedral) que en España hay lugares en los campos de pastores y ganados más acomodados y limpios; no hay sacristía, sino una tan vieja, corta e indecente, de cañas, lloviéndose toda con suma pobreza de ornamentos". Y más adelante: "El Santísimo Sacramento está en una caja de madera tosca y mal parada". "Y en cuanto toca al edificio, es forzoso el entablarla y acomodarla, so pena de que dará toda en tierra y nos iremos a una Iglesia de un convento a hacer catedral". Esta fue, pues, la que podemos denominar la primera catedral.

Cuando el tercer obispo de Buenos Aires, Fray Cristóbal de la Mancha y Velazco llegó a su sede el 6 de octubre de 1641, halló a la catedral, si no en estado ruinoso, por lo menos muy deteriorado. Así que concibió de inmediato la idea de levantar una nueva catedral y se lo comunicó al rey el 19 de noviembre de 1662. Según el plano que le adjuntó, el templo iba a tener tres naves; para su construcción se necesitarían 5.000 pesos, suma que solicitaba del real tesoro. En la persona del excelente gobernador don José Martínez de Salazar halló el obispo quien colaboraría en la construcción del templo no sólo con su influencia, sino hasta con dinero de su propio peculio. En 1671 la catedral estaba terminada: constaba de tres naves, su techo de madera y una torre; era de proporciones regulares.
Pero he aquí que una obra con tantas apariencias de solidez, al cabo de siete años, por causa de la calidad inferior de algunos materiales usados en su construcción, empezó a dar muestra de su ruina inevitable: esta es la segunda catedral.

El año 1678, el nuevo prelado, Antonio de Azcona Imberto se dirigió al rey haciéndole presente la urgencia en la reparación de la catedral, y solicitando la suma de 12.000 pesos. Su majestad acudió a la demanda, de tal manera que en octubre de 1680 se dio comienzo a las obras.Pero aquí surgieron otras dificultades, porque el techo se desplomó, se destruyó a consecuencia de ello el retablo del altar mayor y se impuso la demolición de la torre por la gravedad de su deterioro.
Su reconstrucción marchó muy lentamente, sobre todo por razones de orden económico. A pesar de ello, en 1690 la iglesia con sus tres naves estaba cubierta, aunque todavía faltaba adecentar su interior y por la parte de fuera sus capillas, la sacristía y había que elevar la torre que hasta entonces sólo contaba del primer cuerpo. Para hacer frente a todos los gastos se echó mano de todos los medios disponibles: la real hacienda, el obispo con sus rentas y alhajas, el vecindario con sus limosnas. La obra siguió adelante, pero por las sólitas dificultades económicas, al fallecer el obispo en el año 1700 aún no estaba concluida. Esta fue la tercera catedral.
Su sucesor fue el trinitario fray Pedro Fajardo, apostólico y santo prelado, que como es de suponer puso todo su empeño en la conclusión de las obras de la catedral. En carta de 20 de agosto de 1721 comunicaba el obispo al rey que ya se había dado cima a una de las torres y estaba interesado en levantar la segunda.
Pero al año siguiente -1722- la techumbre del templo se iba deteriorando de tal modo, que se temía su derrumbamiento. Enfermo y en cama, el obispo pidió al Cabildo Eclesiástico que se hiciese cargo de la obra. Ya se supone que la primera dificultad que se presentó fue la carencia de recursos económicos. El Cabildo, en tal coyuntura, dirigió un exhorto a los miembros del Ayuntamiento a quien competía, también, poner manos en ese asunto. Pero por un motivo u otro –algunos verdaderamente fútiles- se pasaron dos años sin que se hubiera adelantado nada. Entonces es cuando surge la figura del arcediano Marcos Rodríguez de Figueroa y con él las cosas entraron por la vía recta. A su actividad y celo por la causa de Dios se debe la terminación de la obra de la catedral. Para ese efecto, la real hacienda puso 1.800 pesos y él 3.000 de sus propios haberes; el arcediano consiguió 1.500 del vecindario e hizo un empréstito de 2.500 y 1.000 provinieron del cabildo secular. Se terminó el trabajo de las torres, el arreglo de las naves y el del pórtico; además, en 1725, un tal Tomás Trupp, hizo una donación de 5.000 pesos para las campanas. Esta fue la cuarta catedral.
Al morir Fray José de Peralta, se reunió el Cabildo y eligió vicario capitular al Dr. Bernardino Verdún de Villaysán, una de cuyas principales ocupaciones –y las del Cabildo- fue el mejoramiento de la catedral. Como primera providencia, tanto el vicario capitular como el Cabildo, hicieron traer de Potosí 400 libras de oro y los elementos necesarios para hacer dorar el retablo; luego se ocuparon de blanquear la sacristía mayor, los pilares del cañón principal, de todas sus capillas y del bautisterio. Además de ello, el Cabildo se ocupó en hacer alargar el presbiterio, ensanchar la mesa del altar mayor, cuyo retablo compuso en sus dos caras: tampoco olvidaron los señores canónigos la sala capitular y el archivo, que se preocuparon de ordenar y componer según las normas de la época de tal manera que no sufrieran deterioro los documentos y papeles que en él se habían de guardar. El Cabildo tuvo que sufragar los gastos que traían consigo estos arreglos y adecentamientos. Un vecino de la ciudad, nombrado Agustín de García, donó 500 pesos para el dorado y pintura al óleo del coro principal. Esta fue la quinta catedral.
 Estilo:
Buenos Aires-Catedral Metropolitana (exterior).jpgUna de las cosas que sorprende a quien visita la Iglesia catedral es la diversidad de estilos que es posible observar en su interior. No olvidemos que su construcción (la de la actual) fue iniciada en el siglo XVIII y recién pudo ser concluida a principios del siglo XX, pasando por muy diferentes manos, de arquitectos y constructores, quienes, según la oportunidad o momento, fueron cambiando o agregando algo, desde elementos un tanto barrocos, hasta su estilo fundamentalmente románico. Es uno de los templos que impresionan por su volumen y grandiosidad: recordemos que su nave central está próxima a los cien metros de largo; su piso, de especial belleza de mosaicos diminutos, tiene una superficie que se aproxima a los tres mil metros cuadrados.
Es uno de los pocos edificios catedralicios de la Argentina que posee una nártex. Este consiste en un pórtico de entrada, cerrado, con lo que podríamos "llamar doble pórtico", como si fuera un gran vestíbulo, anexo a las naves de templo. Se le ve separado, antes de ingresar a las naves propiamente dichas, por sendas puertas que coinciden en posición, estilo y volumen con las que, en frente, comunican con el exterior. En los primeros siglos de la Iglesia este lugar, el nártex, se reservaba para los catecúmenos, quienes seguían desde allí las ceremonias y predicación, pero al iniciarse el Ofertorio de la Santa Misa, se retiraban, por no encontrarse autorizados a permanecer durante la liturgia eucarística.
Contra lo que muchos piensan, por último, la catedral no es de tres naves, sino que tiene cinco. La principal, cubierta de una bóveda de cañón corrido y un crucero cubierto por una cúpula que, sobre un tambor circular, alcanza los 41 metros de altura.